23.2.09

Une experience de Benjamin


“1932. Benjamin con Jean Selz en La Casita, San Antonio, Ibiza. La primavera había sido maravillosa. Al final del verano Benjamin pasa largas veladas con los Selz, franceses que ejercían de antiestalinistas y a los que acababa de conocer. Relata sus sueños a J. Selz, aficionado a coleccionarlos y comparte experiencias con hachís y con opio, con el matrimonio cómplice. Benjamin impresiona a Selz con sus virtuosismos ver­bales, con su estilo rabínico: sostiene, por ejemplo, que todas las pala­bras, al margen del lenguaje al que pertenecen, se asemejan en su forma escrita a las cosas que designan. La palabra «rojo» (rot en alemán) es una mariposa ardiendo sobre cada sombra del color rojo. Benjamin ve en la disposición de los leños en la chimenea la esencia de la narración novelesca.

En una fotografía aparece recostado en una hamaca en el pórtico de La Casita, el mar a sus espaldas. La cabeza compone un gesto extraño, ladeada hacia la izquierda, la boca en contacto con los nudillos de la mano derecha. La fotografía recuerda los cuadros pop de D. Hockney.

D. I.

Obsesionado por el avance nazi en Europa, no sólo en Alemania, Benjamin deja la isla en otoño, pero retorna la primavera siguiente. Lee, entonces, a J. Selz fragmentos de su ‘Infancia en Berlín’ traduciéndose­los al francés. Sufre y hace sufrir a la hora de traducir sus textos, de eso se quejará Klossowski cuando intente la versión de ‘La obra de arte’.

“Pasábamos horas discutiendo -recuerda J. Selz- los más nimios detalles y palabras de sus textos, incluso las comas, y yo pasaba toda­vía más horas escribiéndolos y reescribiéndolos hasta que merecían su aprobación final”.

El verano de 1933, a dife­rencia de la primavera, fue muy ajetreado y lleno de malos presagios. Entre los refugiados políticos de Alemania aparecieron espías nazis, delincuentes internacionales y muchos escritores y artistas: el surrea­lista Andrea Gamboa, escandalizando a los ibicencos al exhibir a su bella amante negra; el joven poeta catalán Luis Frances, el escultor M. Garnier y Pierre Drieu La Rochelle. (La nómina es muchísimo más amplia: P.-R. Gauguin, R. Hausmann, A. Camus, J. Prévert, Gisèle Freund, R. Alberti y Mª. Teresa León, Esteban Vicente, etc.)

Todos ellos pasaron, como Benjamin, por la nueva casa de los Selz encaramada en la parte alta de la ciudad antigua, en la calle Conquista.

Una noche de ese verano en un bar recién abierto en el puerto, con nombre de viento sureño, El Migjorn, cuyo dueño fue Guy Selz, hermano de Jean, inaugurado el 5 de junio de ese año y que era el lugar favorito de reunión de todos los extranjeros; Benjamin, habitualmente un modelo de temperancia, (aunque ya había dejado escrito, “… sin embargo me beberé una segunda copa de anís (si no es ron) en tu honor. Este ron, dicho sea de paso, es el más refinado que puede probarse en esta isla…” en una carta a Gretel Karplus), pidió un black cocktail. Lo bebió con mucho aplomo, recalca Selz. Poco después, una mujer, de nacionalidad polaca, se sentó a la mesa de ambos, invitándoles a probar el gin de la casa. Selz confiesa que jamás había sido capaz de tragarse una gota de aquel brebaje diabólico. La polaca pide dos copas y las vacía sin pestañear. Benjamin acepta el reto y bebe otras dos copas seguidas.

Entonces Benjamin tenía cuarenta años. Pronto se levanta y sale del bar cabeceando, hasta que se desploma sobre la acera. Selz lo levanta con dificultad. Benjamin pretende, al parecer, volver caminando a su casa de San Antonio, a quince kilómetros. Selz le convence de que acepte su hospitalidad. En la penosa ascensión, que se prolonga toda la noche hasta el amanecer, con sueño incluido, Benjamin solicita una y otra vez de Selz que camine tres metros delante de él y, después, tres metros detrás de él. Eso es todo.

Al día siguiente una nota de disculpa. Y el fin de una amistad para siempre. Allí, en aquel lugar, se queda el perfume incierto de una flor ibicenca, dama de noche, y el oscuro rumor de los discos peruanos del poeta Gamboa”.


[ver ‘Walter Benjamin à Ibiza’ J. Selz en Les Lettres Nouvelles 1954. idem. ‘Benjamin in Ibiza’ J. Selz en On Walter Benjamin G. Smith (ed.) MIT Press, 1991. Pergeñado por Luis Castro Nogueira, ‘La risa del espacio’. Ed. Tecnos 1997].