17.6.13

‘Tierra sin pan’ (y VI)


Anexo.

 Fechas y acontecimientos significativos de la cronología hurdana.
[CATANI, M. (1989).- “La invención de las Hurdes”]

1199. En documento de  confirmación de la donación del castillo de Palomero a la Orden de Santiago por el rey Alfonso IX se citan los nombres de Mestas y Ovejuela (Mestis y Ovegiola). Ambos topónimos pueden in­dicar la dedicación ganadera de la zona, aunque existen controversias respecto a las etimologías de toda la zona. En documentos anteriores (1192) ya se constata la presencia humana en el territorio.

1289. El concejo de Granada (Granadilla) hace a La Alberca donación de la dehesa de Jurde. Se trata de un extenso territorio, correspondiente con las actuales Hurdes Al­tas, que en esas fechas constituían un espacio de apro­vechamiento ganadero para los vecinos de La Alberca. Un territorio alejado de la villa de Granada, cabeza del señorío, que constituía un verdadero enclave espacial y económico en la zona. En el documento de donación se citan algunas alquerías.

1440. Donación al infante don Enrique, de Granada y su tierra. La donación introduce Las Hurdes en un contexto caracterizado por la presencia notable de una organización señorial que incorpora la re­gión al juego de las elites de poder.

1450. Donación de Granada y su tierra a los señores de Valdecorneja (luego duques de Alba) por el rey Juan II. El nuevo señorío, que continuará hasta la abo­lición del régimen señorial, reforzará y consolidará la inserción de Las Hurdes en un contexto superior, lo que desmiente el pretendido aislamiento secular de la región.

1455. Escritos de arrendamiento de la dehesa a vecinos de, entre otros lugares,  las majadas de “Las Mestas” y “Ladrillal”.

h.1515. Posible fecha de promulgación de las primitivas ordenanzas del concejo albercano. Las ordenanzas configurarán un territorio estrictamen­te organizado, regulándose detalladamente los aprovechamientos agrícolas y ganaderos en la dehesa de Jurde. Así queda confir­mado el carácter esencialmente complementario de la dehesa con respecto al concejo albercano del que de­pendía desde la donación en el siglo XIII.

1527. Se registra una escritura actualizada del Cen­so enfitéutico otorgada por el Concejo de Granada a los vecinos de la Dehesa de lo Franqueado (Hurdes Bajas). Dicha escritura demuestra que la dehesa de lo Franqueado conoció en sus relaciones con la villa de Granada, unas relaciones más equilibradas que las que se dieron entre la dehesa de Jurde (Hurdes Altas) y el concejo albercano, el cual ejerció un duro señorío concejil sobre aquellos territorios.

1531. Escritura de Censo enfitéutico de la Dehesa de Jurde, otorgada por el concejo de La Alberca a los moradores en dicha dehesa. La propia dinámica de desarrollo interno de la dehesa de Jurde obligó a em­plear fórmulas que restituyesen nuevamente el equi­librio en la relación entre las dos zonas. El procedi­miento empleado en esta ocasión fue, como en el caso de la de lo Franqueado, la realización de un censo enfitéu­tico que otorgaba a los moradores de la dehesa de Jurde, bajo determinadas condiciones, el derecho a disponer de su propio territorio. Se citan, entre otros, los sitios de “Ladrillal” y “Las Mestas”.

1599. Fundación del convento de carmelitas des­calzos de Las Batuecas. Hecho que hay que entender como primordial en el intento de las élites de renovar moralmente la comarca, considerada ya como una tierra a evangelizar, lo que contrasta vivamente, por ejemplo, con el único expediente de condena in­quisitorial en la región (1584).

1671. Inicio del proceso de desagregación de la alquería de Río Malo, del concejo de Nuñomoral, para su agregación al de Caminomorisco. Este hecho es otro ejemplo de que nos hallamos ante un proceso de reorganización espacial, propio de una sociedad sujeta a cambios y transformaciones.

1684. El obispo Porras Atienza accede a la sede episcopal de Coria, diócesis en la que se hallaban incluidas Las Hurdes. Este obispo desarrollará una in­tensa labor en la región tanto en el plano espiritual como en el material, poniendo en marcha numerosas iniciativas encaminadas a la mejora de las condiciones de vida de los hurdanos: construcción de puentes, edificación de la Iglesia de Cam­broncino, etc. culminando su acción con el proyecto, fra­casado, de reagrupar las dispersas alquerías de Las Hurdes Altas en unos pocos núcleos, en un intento de facilitar su atención espiritual y desarrollo material. Po­rras chocó, sobre todo en el intento de reagrupación de la pobla­ción, con la viva resistencia de los hurdanos que se negaron a cumplir un proyecto que ignoraba el arraigo humano y otros argumentos de tipo material.

1700. Finalizan las obras de construcción de la Iglesia de Carboncillo (Porras Atienza).

1734. Expediente promovido por el obispo de Co­ria, Vicente y Cebrián, para reagrupar las alquerías hurdanas en unos pocos núcleos urbanos. El proyecto, que fracasará también, es una continuación de la iniciativa de Porras Atienza y constituye la confirmación de una presencia eclesiástica activa en la región.

1749. Catastro de Ensenada. «Interrogatorio» que ordenó realizar el Marqués de la Ensenada, ministro de Fernando VI, con el objeto de poner en marcha un nuevo sistema tributario.

 Recoge  datos de la comarca hurdana; es otro ejemplo de cómo Las Hurdes no permanecieron ais­ladas del contexto nacional y de cómo estuvieron li­gadas a la corriente de reformas administrativas em­prendidas por la monarquía borbónica.

1784. Se publica Viaje de España, de Ponz, que contiene una referencia a la comarca. Con Ponz se inicia la larga serie de viajeros y polígrafos que se ocupará de la región hurdana, ofre­ciendo en la mayoría de los casos una visión retórica, tópica y cargada de lugares comunes.

1790. Se realiza el Interrogatorio de la Real Au­diencia de Extremadura, una exhaustiva «encuesta» di­rigida a todos los pueblos de la región extremeña, que contiene, en el caso hurdano, valiosa información acerca de diversos aspectos sociales y económicos.

1833. Establecimiento de la división provincial de España y separación de Las Hurdes y La Alberca, que a partir de ese momento formarán parte de las provincias de Cáceres y Salamanca respectivamente. La separación de los dos territorios será una solución for­mal y administrativa que pondrá, eso sí, punto y aparte a la serie de enfrentamientos y pleitos entre hurdanos y albercanos, pero que no resolverá ninguno de los graves problemas que aquejaban a la región hurdana.

1845. Se publica el Diccionario geográfico - históri­co, de Madoz. Es un texto apenas descriptivo y se halla plagado de inexactitudes, exageraciones y tópicos.

1859. Comienza el proceso de desamortización ci­vil en Las Hurdes, primero en Pinofranqueado y posteriormente en los demás municipios de la comarca. La desamortización planteara un grave problema en los concejos hurdanos por cuanto sus bienes comu­nales salieron a pública subasta, obligando a los vecinos a comprar los territorios que habían poseído des­de tiempo inmemorial.

Por sus características y objetivos financieros, políticos, sociales, que com­prendían todo el territorio del Estado, la desamorti­zación es una intervención exterior indiscriminada, no específica, pero constituye también un expresivo ejemplo de intervenciones que acaban por desconocer o ignorar la particular realidad socioeconómica de aque­lla región.

1891. Se publica Las Jurdes y sus leyendas, del polígrafo Vicente Barrantes, que, sustancialmente, no hace sino recoger pintorescas interpretaciones de la remota his­toria hurdana.

1903. Se funda, con el apoyo de eclesiásticos y significados representantes de la élite provincial, la so­ciedad Esperanza de Las Hurdes. La Esperanza, máximo exponente de la acción organizada en torno a Las Hurdes desde postulados que reflejan la men­talidad regeneracionista moral burguesa propia de co­mienzos de siglo XX. Los objetivos de la sociedad comprendían tanto la mejora material como espiritual de la región, en un afán no demasiado alejado de los planteamientos del obispo Porras Atienza. En torno a la sociedad se fue formando un numeroso y represen­tativo núcleo de filántropos y benefactores, que co­menzaron a mover la conciencia de la opinión pública y llamar la atención del Estado hacia los problemas de Las Hurdes.

1922. El rey Alfonso XIII visita Las Hurdes. La visita real culmina el largo proceso iniciado a finales del siglo XIX y durante el cual la bandera de la regeneración del «país hurdano» fue enarbolada con verdadero entusiasmo por las élites hurdanófilas. La visita del rey es  un reconocimiento simbólico que ven­drá a impulsar el desarrollo de la sociedad hurdana en algunos aspectos materiales y culturales.

1922. Se crea, por iniciativa del rey Alfonso XIII, el Real Patronato de Las Hurdes, organismo encargado de promover y dirigir el desarrollo de la región. Entre las iniciativas que se realizan hay que destacar la cons­trucción de las denominadas «factorías», edificios des­tinados a albergar la escuela, el dispensario médico y la casa cuartel de la guardia civil; se levantaron en Caminomorisco, Nuñomoral y Las Mestas.

1927. Se publica Las Jurdes, étude de géographie humaine de Maurice Legendre, hispanista francés. La obra de Legendre quiere ser un estudio de geografía humana, pero contiene también numerosos ejemplos de apriorismos y juicios morales, producto de una mentalidad moderna, poseedora de un código de va­lores distinto, radicalmente distinto, del usual en la sociedad hurdana.

1932. Buñuel realiza Terre sans pain. No es un documental al uso porque contiene escenas producto del montaje previo. Presenta una visión cruda y descarnada de diversos aspectos de la vida cotidiana en la región.

1940. Comienzo de la repoblación forestal. Dentro de las acciones emprendidas por el Estado tras la gue­rra civil, encaminadas al desarrollo hurdano, la repo­blación forestal es la primera que destaca por su im­portancia y dimensión económica. Era un proyecto habitualmente contemplado para Las Hurdes desde principios de siglo, planteado por los hurdanófilos que veían en la repobla­ción forestal la única posibilidad de un aprovecha­miento racional de aquel territorio yermo.

Sin embargo, la repoblación, o mejor la implantación, como debería denominarse, habría de plantear a la larga numerosos problemas con los propios hurdanos, en cuyos montes comunales se realizó tras su recla­sificación como «montes de utilidad pública» pasando a ser administrados por organismos estatales.

La repoblación se efectuó en los di­ferentes términos municipales, en los montes que desde tiem­po inmemorial y más concretamente desde la desa­mortización civil del XIX, fueron propiedad legalizada de los vecinos, quienes los explotaban de forma co­munitaria. Al repoblarse todos aquellos territorios, los aprovecha­mientos tradicionales hubieron de cesar, con los na­turales perjuicios para los vecinos que, sin embargo, en un primer momento, aceptaron confiados en que ello supondría una mejora en las expectativas eco­nómicas de la comarca.

Con el paso del tiempo, se advirtió que la repobla­ción no suponía una fuente de ingresos tan sustanciales como se pensó en un primer momento aunque la tarea proporcionara jornales durante años a la mayoría de los hombres.

El descon­tento ha dado lugar en los últimos años a numerosas accio­nes de protesta y represalias que se concretan, sobre todo, en el gran número de incendios provocados in­tencionadamente en casi todos los términos munici­pales.

En otro plano, la repoblación es un ejemplo más de una intervención del exterior, en principio razonable y cargada de buenas intenciones, que choca frontalmente con una peculiar estructura social y económica asentada en la historia y cuyas claves de evolución no han sido apenas tenidas en cuenta a la hora de la realización del proyecto.

1954. El General Franco, visita Las Hurdes (1954). La visita reviste características similares a la realizada en 1922 por el rey Alfonso XIII. Se trata también de la culminación de un proceso de atraer la atención sobre el estado de la comarca que, evidentemente, sigue considerándose, como treinta años antes, el «baldón de España». Es decir, a pesar del paso del tiempo, a pesar de las acciones empren­didas por el Estado, de las iniciativas de hurdanófilos. etc. la «cuestión hurdana» seguía viva muchos años después.

 Ello obliga a una nueva intervención exterior del Estado, que acude de nuevo con proyectos de desarrollo económico, cultural y social: construc­ción de viviendas populares en varios municipios hurdanos así como la construcción de ayuntamientos, centros médicos y escuelas (todo ello bajo el impulso institucional del Plan de regiones devastadas, puesto en marcha para la reconstrucción de algunas zonas del país castigadas por los rigores de la guerra).

La visita de Franco traería inmediatos be­neficios también en el plano individual y personal para muchos hurdanos. Se realizó así una política eminentemente asistencial que no atacaba los problemas en su raíz, sino que, por el contrario, refrendaba y consolidaba situaciones ca­renciales, como se hizo en otros tiempos.

1976. Comienza el Plan Hurdes, proyecto de de­sarrollo integral de la comarca, que revitaliza las com­petencias del antiguo Patronato planificando y desa­rrollando numerosas iniciativas para la mejora de la infraestructura general de la comarca.

1998. Visita a Las Hurdes del rey Juan Carlos I…


[Todas las imágenes provienen de Google]