20.3.15

Aquel lejano septiembre (2).


II

Todo lo que se ama tiernamente
desaparece un día con el viento,
se transforma en el pétalo que derrota el otoño
y cae por la pendiente segura del olvido.

Tan sólo la tristeza de los días más cortos,
la lluvia en los cristales y la pena
que se arruga de frío en la memoria,
permiten que se escuche la música barroca
rompiendo los vestigios de la consciencia altiva
que transporta en su seno la crueldad de la vida,
la verdad intangible de saber que algún día
lo profundo del alma cesará para siempre
sembrando con sus lágrimas reliquias en la tierra
para no ser un pájaro, un árbol, una ola
del mar que eternamente la conduzca a la playa.




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