22.6.15

Razón de las lágrimas (9).


 (In memoriam M. Duras).

No se encuentran jazmines amarillos
ni tampoco mimosas florecidas,
visten de nazareno nuestro campo
los lirios y las lilas.

Te pienso más hermosa
que un ajustado quite por verónicas.
Y en las rocas, subido en mi montaña,
el viento grita... tu nombre.
Cuando no estés conmigo
un sanatorio en ruinas parecerá mi cuerpo.
Te irás por los senderos oscuros de tu calle
y mis versos serán
escritos enviados en botella de náufrago.

Di,
¿de verdad será nuestro
el paisaje vivido,
las piedras romas y las jaras blancas,
los trinos de los pájaros,
los murmullos del agua?

Añoro aquella tarde
y el viento grita tu nombre...
tu nombre, amor, tu nombre de princesa.

Cuando cantas tu canción de amor y cobardía,
                                                                                       ¿estás diciendo acaso que me quieres?
Cuando ríes traviesa si te miro a los ojos.
Cuando aprietas mi mano o besas mi mejilla,
                                                                                      ¿tal vez estás diciendo que me quieres?
Cuando, tan pocas veces, me has dicho que me quieres...
                                                                                      ¿seguro estás diciendo que me quieres?

Entonces, vida mía,
no huyas de mi lado,
                                         no dejes de quererme
cuando todas las lilas florezcan, amor mío,
cuando todas las lilas florezcan para siempre.

EL VIENTO GRITA TU NOMBRE.


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