13.5.15

Oda a E. B.


Oh! tú, que en el Dakota no fuiste acribillado,
que tu hijo no se ha precipitado del Empire,
que no te consumió una sobredosis,
no tienes más leyenda que la escasa
memoria de admirador anónimo
que recrea tu música,
que escucha tus canciones como parte
indeleble de su gastada vida
y tiembla de nostalgia
añorando cadencias de los doce compases
que dibujan caminos que llevan al olvido...

Te necesitaría
para que le interpretes a mi amiga
que mi partido corazón ha escrito,
con tu lento fraseo
que contiene el secreto de aquellos tres acordes
legado del diablo
cuando en la encrucijada de 'Nueva York – América'
quisiste cambiar la libertad
y convertirte sólo
en el blanco que tiene negra el alma.